Érase una vez un hombre que era muy flojo y decía que él estaba cansado y no tenía ganas de trabajar. La mujer por no pelear se callaba y seguía trabajando. El marido tumbado en el sofá como un flojo viendo la fórmula 1 y con la cervecita, mientras su mujer cansada doliéndole el cuerpo.
Un día, ella se hartó y le dijo:
- ¡Si tu no tienes ganas de trabajar, yo no tengo ganas de hacer la cena!.
Y ya a partir de ese día le ayudaba su marido y cuando no le ayudaba ella no tenía ganas de hacer la cena.
Javier Arnás Maestre
lunes, 22 de febrero de 2010
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