miércoles, 12 de mayo de 2010

CARMEN CONDE

Carmen Conde nació en Cartagena en 1904.
Escribió libros de poesía,ensayos,memorias...,
por los que recibió numerosos premios.

Durante toda su vida desarolló una intensa
actividad cultura, colaborando con periódicos,
universidades populares...

En el año 1979, Carmen Conde ingresó en la
Real Academia Española y se convirtió en la
primera mujer miembro de esta prestigiosa.

Graciela Barrios Tejero

martes, 11 de mayo de 2010

¡ Los autores de Duardin , presentan otro libro !

El pasado viernes 7 de mayo de 2010 se celebro la presentacion del libro, " Begines manchonero y policía " , escrito por Juan Manuel Begines y Francisco José Cid en la casa de la Cultura de Los Palacios y Villafranca. A dicho acto acudimos muchas personas, ya que tuvo mucha aceptacion. Cuando terminó me dedico el libro. 





Autor: Juan José Domínguez Aroca

.Porqué el cocodrilo tiene la piel áspera y rugosa


En algunas aldeas de Namibia cuentan que hace mucho, mucho tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro. Dicen que pasaba todo el día debajo del agua, en las aguas embarradas y que sólo salía de ellas durante la noche, y que la luna se reflejaba en su brillante y lisa piel. Todos los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando la hermosa piel dorada del cocodrilo.
El cocodrilo, orgulloso de la admiración que causaba su piel, empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces, los demás animales, no sólo iban por la noche a beber agua por la noche sino que se acercaban tambien cuando brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.
Pero sucedió, que el sol brillante, poco a poco fue secando la piel del cocodrilo, cubierta de una capa de reluciente barro, y cada día se iba poniendo más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración. Cada día, el cocodrilo tenía su piel más cuateada hasta que se le quedo como ahora la tiene, cubierta de grandes y duras escamas parduzcas. Finalmente, ante esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día y contemplar la antigua hermosa piel dorada del cocodrilo.
El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se sumerge rápidamente en el agua, con sólo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua.

Un viejo amuleto.

A comienzos del siglo XIX el amuleto se utilizaba en todas las regiones rumanas. Especialmente lo llevaban las mujeres y los niños y niñas alrededor del cuello: consistía en dos cordones de lana, uno rojo y otro blanco trenzados juntos y con una pequeña moneda de plata u otro colgante.
Existía la creencia de que aquellos que llevaban el amuleto serían protegidos contra todo mal y tendrían buena suerte para el año siguiente.
Hay documentos escritos que demuestran que las jóvenes móldavas llevaban el amuleto desde el primero de marzo hasta el día doce del mismo mes. Al cabo de las dos semanas, solían atarse el pelo con esos cordones blancos y rojos a esperar los signos que anunciaban la llegada de la primavera, como las aves que llegaban a los pueblos. En ese momento las muchachas retiraban el amuleto y lo colgaban del primer árbol que vieran florecido.
En la tradición rumana, cada estación del año se asocia con un color: la primavera con el rojo, el verano con el verde, el otoño con el negro y el invierno con el blanco. Todos estos colores se encuentran con los mismos significados, en otras manifestaciones artístico-culturales rumanas, como en la cerámica, los tapices y los trajes regionales.
Hoy en día el amuleto “Martisor” está presente en todas las zonas de Rumania y también se encuentra la misma tradición en Macedonia y Albania.
En Rumania representa la llegada de la primavera y de la alegría. El hecho de intercambiar los amuletos es un símbolos de amor, amistad, respeto y aprecio. Se pueden comprar cordones hechos de seda roja y blanca atados en forma de lazo, y también pequeños objetos rojos y blancos que representan flores, herraduras, hojas, abejorros, distintos animales, pequeños soles o estrellas, corazones y muchos otros que los niños y niñas y mujeres se ponen en la solapa o parte izquierda del cuerpo y los llevan durante nueve días, comenzando el 1 de marzo.
Los hombres suelen comprar flores de primavera, llamadas “ghiocei” (copos de nieve) y se las ofrecen a las muchachas o a los niños junto con una tarjeta de la que cuelgan el amuleto. Es la forma moderna de regalar el amuleto a las personas queridas


Recopilado por: Sara.

Sofía y delfín


SOFÍA Y EL DELFÍN


Sofía era una niña muy activa, y un día que salieron de excursión a una cala en la playa, sus padres le dijeron que no se fuera lejos, ya que podía subir la marea y era peligroso.
Se pusieron cerca de una fisura del acantilado y así disponían de una buena sombra. El padre de Sofía dijo que iba a echar la red con el fin de pescar algo, y Sofía le dijo:
- yo también quiero pescar-
Echaron la red una y otra vez, pero no había manera de pescar nada, al cabo de una hora el padre dijo,
- Creo que esta vez he cogido algo, porque la red pesa mucho;
En efecto tenían enganchado un pequeño delfín que estaba llorando. Sofía le preguntó:
- ¿por qué lloras?
El delfín con movimientos de la cabeza, dijo que tenía algo en la boca que no le dejaba abrirla, y en efecto, se dieron cuenta que llevaba una anilla como una pulsera por el tamaño, de plástico, enganchada en el morrito.
El padre de Sofía con mucho cuidado se la quitó para no lastimarlo y al fin quedó liberado.
El delfín se acercó a la niña y al padre y con el morrito les dio un beso dando las gracias y desapareciendo, para ir con sus padres.
Sofía se quedó tan contenta, que le dijo a su padre si le daba la pulsera, pues se la pondría y la llevaría siempre, ya que quería que le diera suerte, y así no habría otro delfín al que le pudiera pasar lo mismo.
Cuando se fueron a casa, Sofía iba muy contenta con su pulsera. Por la noche al ir a acostarse su madre le dijo:
-  ¡mira la pulsera está cambiando de color!-
En efecto de ser blanca se transformaba en un color fluorescente azul-grisáceo, es decir, del color del delfín. Entonces, su madre le dijo:
-  creo que el espíritu del delfín estará siempre contigo y te protegerá, por tu buena acción.-
Aquella noche Sofía se fue a dormir sintiéndose muy feliz.

     
      Recopilado por: Lorena González González

La leyenda de los cuatro dragones



Hace mucho tiempo, cuando no había ríos ni lagos en la Tierra sino solamente el mar del Este, habitaban en él cuatro dragones: el Gran Dragón, el Dragón Amarillo, el Dragón Negro y el Dragón Perlado. Un día, los cuatro dragones volaron desde el mar hacia el cielo, en donde comenzaron a jugar con las nubes.
De pronto uno de los dragones dijo a los demás “¡Vengan rápido a ver esto, por favor!”
"¿Qué sucede?” preguntaron al unísono los otros tres, mirando hacia donde apuntaba el Dragón Perlado.
Abajo, en la Tierra, se veía una multitud ofrendando panes y frutas y quemando incienso. Entre el gentío se destacaba una anciana de cabellos blancos, arrodillada en el suelo con un niño pequeño atado a su espalda. Ella rezaba: “Dios de los Cielos, por favor, envíanos pronto la lluvia para que tengamos arroz para nuestros niños”. Y es que no había llovido por largo tiempo. Los cultivos se secaban, la hierba estaba amarilla y la tierra se resquebrajaba bajo el sol ardiente.
"¡Cuán pobre es esta gente!” dijo el Dragón Amarillo, “y morirán si no llueve pronto”.
El Gran Dragón asintió. Entonces propuso "Vayamos a rogarle al Emperador de Jade para que haga llover”. Dicho lo cual dio un salto y desapareció entre las nubes. Los demás lo siguieron de cerca y todos volaron hacia el Palacio del Cielo. El Emperador de Jade era muy poderoso, pues estaba a cargo de los asuntos del cielo y de la tierra. Al emperador no le agradó ver a los dragones llegar a toda velocidad.
"¿Qué hacen aquí? ¿Por qué no se comportan como es debido y se quedan en el mar?
El Gran Dragón se adelantó y dijo: “Los cultivos de la Tierra se secan y mueren, su majestad. Le ruego que envíe pronto la lluvia”. “Muy bien. Primero vuelvan al mar y mañana enviaré la lluvia”, dijo el emperador. Los cuatro dragones le agradecieron y regresaron muy alegres. Pero pasaron diez días y ni una sola gota de agua cayó del cielo. La gente sufría más, algunos comían raíces, algunos comían arcilla, cuando ya no hubo más raíces. Viendo esto, los dragones se pusieron muy tristes, pues sabían que el Emperador de Jade sólo se preocupaba por su propio placer y nunca se tomaba a la gente en serio. Sólo ellos cuatro podían ayudar a la gente, pero ¿cómo hacerlo? Mirando hacia el vasto océano, el Gran Dragón dijo tener la solución.
"¿De qué se trata? ¡Habla ya!” dijeron los otros tres. "Miren. ¿No hay muchísima agua en el mar en donde vivimos? Podríamos tomarla y arrojarla hacia el cielo, entonces caería como si fuera lluvia y se salvarían la gente y sus cultivos” dijo el Gran Dragón. “¡Buena idea!” dijeron los demás aplaudiendo.“Pero”, advirtió el Gran Dragón, “si el emperador se entera nos castigará”.
"Haría cualquier cosa con tal de ayudar a la gente” dijo el Dragón Amarillo.
"Entonces comencemos. De seguro no nos arrepentiremos” dijo el Gran Dragón.
El Dragón Negro y el Perlado no se quedaron atrás y volaron hacia el mar para llenar sus bocas de agua, que luego soltaron sobre la Tierra. Los cuatro dragones iban y venían y el cielo se oscureció de tanta actividad. No pasó mucho rato hasta que el agua del mar estaba derramándose en forma de lluvia sobre toda la Tierra.
"¡Llueve, llueve! ¡Los cultivos se salvarán!” toda la gente saltaba y gritaba de alegría. Las espigas de trigo y el sorgo se enderezaron. El Dios del Mar descubrió lo que estaba sucediendo e informó al emperador.
"¿Cómo se atreven los cuatro dragones a dar lluvia sin mi permiso?” El Emperador de Jade estaba furioso y ordenó a las tropas del cielo que apresaran a los dragones. Los dragones, en evidente inferioridad numérica, no pudieron defenderse y pronto fueron arrestados y llevados al Palacio del Cielo.
"Ve y pon cuatro montañas sobre los cuatro dragones, para que nunca más puedan escapar” ordenó el emperador al Dios de las Montañas. Este uso su magia para que cuatro grandes montañas aparecieran volando y cayeran sobre los cuatro dragones. Aún así, los dragones nunca se arrepintieron de sus actos. Decididos a ayudar a la gente por toda la eternidad, se convirtieron en cuatro ríos, que corrieron atravesando las montañas y los valles, cruzando el territorio de oeste a este para llegar finalmente a su hogar, el mar.
Y así se formaron los cuatro grandes ríos de China: el Heilongjian (Dragón Negro) en el norte, el Huanghe (Río Amarillo) en el centro, el Changjiang (Yangtze, o Gran Río) en el sur y el Zhujiang (Perlado) mucho más al sur.




Recopilado por José Antonio Capitán


La hija del carbonero

La Hija del Carbonero
Había una vez un hombre llamado Jamal, que tenía siete hijas y para poder alimentarlas hacía carbón en el bosque y lo vendía en la ciudad. Todas las hijas, menos la pequeña, se avergonzaban de su padre porque era pobre y porque de tanto trabajar todo el día con el carbón iba sucio, ennegrecido y mal vestido. Para disimular que estaban en tan mala situación, las seis hijas se pasaban todo el día maquillándose y poniéndose guapas, sin hacer nada. Dejaban todas las faenas de la casa en manos de su hermana pequeña, Fátima, que se ocupaba de buen grado. Por la noche, cuando su padre llegaba cansado, ella le traía las sandalias y le quitaba enseguida la ropa que estaba llena de polvo negro para que por la mañana se pudiera poner limpia. Fátima era conocida en todo el país por su inteligencia. Era capaz de comprender las palabras más complicadas y resolver los enigmas más difíciles. El emir de aquella región, el Gran Samir, también tenía fama de ser un gran aficionado a los enigmas y, como era muy autoritario y caprichoso, los proponía muy difíciles para sus súbditos, y tenían que resolverlos rápidamente si no querían perder la vida. Un día explicó a los habitantes de la ciudad, entre los que se encontraba el carbonero, esta adivinanza: Tengo un árbol con doce ramas Cada rama tiene treinta tallos Cada tallo tiene cinco hojas Tenéis ocho días para decirme qué es. Si pasan ocho días y no lo habéis adivinado os cortaré la cabeza a todos. Los súbditos del rey se pusieron muy abatidos y preocupados y cada día procuraban por todos los medios encontrar la respuesta. Ya estaba cerca el día en que se tenían que volver a presentar delante del emir y el carbonero, acongojado, explicó el enigma a sus hijas. Cuando la pequeña, Fátima, lo escuchó, le dijo:
 No hay una cosa más fácil de resolver que el enigma del rey. Jamal, el padre, escuchó atentamente la explicación. Al día siguiente los hombres de la ciudad comparecieron delante del Gran Samir. A cada respuesta que no acertaban, el emir reía burlonamente y ponía a un lado a los condenados a muerte. Al final, le toca al carbonero.
 ¿Y tu que has encontrado? Le preguntó el emir riéndose, convencido de que no podría acertar aquello en lo que los otros habían fracasado.
 ¡Majestad! –dijo Jamal – nada más que Dios y vos sabéis la respuesta alenigma. No obstante, pienso que el árbol representa el año, las ramas los doce meses, los tallos los días de la semana y las hojas los cinco rezos de la jornada. El Gran Samir exclamó:
 Carbonero, has salvado tu vida y la de todos tus compañeros porque esta respuesta es la correcta. Un murmullo de alivio recorrió el grupo de hombres que ya se creían condenados. Pero, -el emir continuó diciendo – no puedo creer que tú solo hayas encontrado la respuesta. Dime ahora mismo quien te ha ayudado a resolver elenigma. El carbonero, muerto de miedo, le respondió:
 Una hija
 ¿Una hija? Quiero casarme con ella. Pero Majestad, es demasiado joven, es indigna de vos. Quiero casarme con la muchacha que te ha ayudado a resolver el enigma. Dile que se prepare, le doy el tiempo del árbol. De aquí a doce meses mis hombres irán a buscarla. El carbonero pensó que se trataba de un capricho del emir y que se olvidaría. Al cabo de doce meses los criados del emir se presentaron en casa del carbonero con una caravana cargada de magníficos regalos. El amo, el emir había encargado aquellos presentes para su prometida y también que le informasen de su belleza y sobretodo que le repitiesen una por una las palabras que ella les diga. Por el camino, los criados robaron parte de los presentes pensando que nadie se daría cuenta. Cuando llegaron, vieron a las siete hijas del carbonero: seis, estaban muy ocupadas engalanándose y mirándose al espejo, la séptima, la pequeña, enseguida se ocupó de recibirlos amablemente, ya que sus padres no estaban en casa en aquellos momentos. Al día siguiente, el padre y la madre volvieron y se sorprendieron mucho de ver en casa a los criados del emir porque ya se habían olvidado de la promesa que habían hecho. Al final de todo comieron el almuerzo que la joven había preparado en su honor. Cuando estaban a punto de acomodarse, la joven le dice al jefe de los hombres del emir:
 Cuando volváis al lado de vuestro amo, le presentáis mis respetos y, ahora, os pido que no olvidéis de decirle exactamente esto:
""Faltan estrellas en el cielo, agua en el mar, y plumaje a la perdiz". Los criados no entendían la idea, pero repitieron muchas veces las palabras de la joven para memorizarlas y poder decírselas al emir. Nada más llegar encontraron al amo impaciente por volver a verlos.
 ¡De prisa!, Dijo, – explicarme todo teniendo en cuenta de no olvidaros nada. Los criados repitieron una por una las extrañas palabras de la joven.
 ¡Miserables¡ -dijo el emir- ¿Que habéis hecho con mis regalos? El jefe de los criados se puso pálido. Se los dimos a ella – dijo ¿Le habéis dado todos los regalos? -preguntó el Gran Samir Los criados, al verse descubiertos, empiezan a suplicar delante del emir y pedir perdón. Traigan las piedras preciosas de las joyas de la joven, dijo el Gran Samir, he privado su cielo de estrellas. Cogiendo una parte de los perfumes he tirado el agua al mar y quedándoos con las joyas de oro y seda. Al poco tiempo, el emir y la joven celebraron sus nupcias. La fiesta duró siete días y siete noches. El carbonero vio como cambiaba su vida de un día para otro. No podía creer el milagro que lo había transformado de carbonero a padre de la reina. El emir estaba muy contento de tener en palacio una esposa que podía responder y jugar con las mismas armas que él al juego de los enigmas.

Recopilado por:Graciela Barrios Tejero