En la Edad Media algunos conventos y monasterios fueron grandes centros de cultura y disponían de bibliotecas con libros de matemáticas y astronomía. Uno de ellos fue el monasterio de Bingen fundado por Hildegarda en 1147. Fue la primera astrónoma que, escudriñando el cielo de día y de noche, pudo afirmar que el sol era el centro del sistema planetario. Se consagró a la orden Benedictina, llegando a ser abadesa.
A partir de 1163 comenzó ha escribir numerosas obras de medicina y farmacia, zoología y botánica. Dio normas de conducta para alcanzar la vida eterna y se ocupó del cuerpo humano, sus enfermedades y remedios. Propuso un concepto holístico del arte de curar, entendiendo al ser humano como una integración de cuerpo, mente y espíritu. Consideraba el cerebro como el órgano que dirige los sentidos y funciones del cuerpo. En su "Libro de la medicina compuesta" aconsejaba la utilización de plantas que permitían curar la melancolía y reforzar el vigor, pero indicaba que la salud humana se conservaba bien con un régimen alimenticio sano.
En sus ratos de ocio se dedicaba a la poesía y a la música, pero su verdadera vocación fue la investigación científica.
Su obra "Scivias" (Conoce los caminos), fue uno de los primeros manuscritos medievales, escrito e ilustrado por ella misma; son tratados teológicos y filosóficos inspirados por las voces y visiones que experimentaba. Representa a Dios en su Santa Montaña, con la humanidad en la base, narra la condición del hombre, su caída y redención, el alma humana y sus luchas y los tiempos por venir.
Graciela Barrios Tejero
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